1 - Estancia con los Dursley (Versión 1)
Hacía
dos días que Harry Potter había llegado a casa de los únicos parientes
vivos que tenía: Los Dursley. Nada más llegar de la estación de King
Cross, Harry se había ido derecho a su dormitorio con sus pertenencias
para no tener que estar aguantando los continuos reproches que recibía
de parte de sus tíos Vernon y Petunia y de su primo Dudley.
Faltaba
poco para la hora de comer y Harry estaba organizando sus cosas cuando
en ese momento tía Petunia entró en su habitación y le dijo que la mesa
ya estaba preparada y que podía bajar a comer. Esto a Harry le extrañó
porque normalmente su tía no se tomaba la molestia de ir a llamarlo a su
habitación para nada y menos aún, dirigirse a él de una forma tan
amable, pero ahí no terminaba la cosa. Cuando Harry bajó a la cocina,
vio que su tío Vernon y Dudley estaban terminando de poner la mesa, lo
cual extrañó más a Harry porque siempre le obligaban a poner la mesa
mientras ellos veían la tele, pero lo más curioso es que le saludaron
cuando entró a la cocina.
—Hola, Harry —dijo su primo Dudley.
— ¿Tienes hambre, chico? —preguntó el tío Vernon.
—Sí —respondió Harry.
—Bueno pues siéntate y mientras, nosotros terminamos de poner la mesa —dijo Vernon— Dudley ayúdame con los vasos, por favor.
Harry,
que no podía dar crédito a lo que estaba ocurriendo, se quedó mirando
como terminaban de preparar la mesa y se preguntó cual sería el motivo
de que ahora lo trataran tan bien y entonces le vino a la mente una
imagen donde los tres Dursley se tapaban la cabeza con las manos,
mientras unas capas les daban golpes en la cabeza y se dio cuenta de que
estaba pensando en el momento en que Albus Dumbledore les había
ofrecido algo de beber y al poco les había reprochado la forma en que
trataban a Harry el verano anterior. Al recordar a Dumbledore, Harry
sintió como se le retorcían las tripas y, aunque lo intentó, no pudo
dejar de pensar que ya no podría hablar más con el anciano profesor.
Entonces empezó a recordar: Dumbledore hablándole sobre los Horrocruxes,
invitándolo a que le acompañara a destruir un Horrocrux, obligándole a
beberse la horrible poción, la marca tenebrosa sobre Hogwarts, Severus
Snape, el profesor al que mas odiaba, matando a Albus Dumbledore en lo
alto de la torre de Astronomía, el cuerpo sin vida de Dumbledore…
—Harry, ¿te ocurre algo?
Tía
Petunia había entrado en la cocina y miraba a Harry. Éste se dio cuenta
de que tenía los ojos bañados en lágrimas, así que desvió la mirada.
—No, estoy bien —mintió.
— ¿Seguro? —preguntó
—Sí, no te preocupes tía —dijo Harry.
—Bueno, pues empecemos a comer —sugirió tío Vernon.
—Vale —asintieron Harry y Dudley.
Se
sentaron en la mesa y cuando Harry se llevaba la cuchara a los labios,
se oyó un aleteo y al momento siguiente, una lechuza diminuta entró por
la única ventana que había abierta. Harry la reconoció, pues era la
lechuza de su mejor amigo: Ronald Weasley. Pigwidgeon, que así la había
bautizado Ron, se posó en la mesa para que Harry pudiera coger el sobre
que llevaba atada a la pata derecha.
Harry
miró a sus tíos y se sorprendió de que no hubieran dicho nada acerca de
la lechuza así que le cogió la carta a “Pig”, que es como la solía
llamar Ron. Luego, se levantó de la mesa y cogió a Pig.
—Voy un momento a mi habitación. Necesita descansar —dijo Harry señalando la lechuza.
—Vale —asintió tío Vernon—, pero no tardes que se enfría la comida.
—Tranquilo, vuelvo enseguida.
Harry
subió las escaleras corriendo y fue hacia la jaula de su lechuza,
Hedwig, que se encontraba vacía ya que su propietaria había salido y
allí depositó a Pig para que descansara antes de reemprender el viaje.
La lechuza le dio un pellizco en el dedo para demostrarle su afecto y
empezó a beber agua. Harry se dirigió a la ventana por sí veía aparecer a
Hedwig y como no la vio, se dio la vuelta y bajó a la cocina donde le
esperaban los tres Dursley para comer. Se sentó en su silla y empezó a
abrir la carta de Ron. La sacó del sobre y empezó a leer.
“Hola Harry:
¿Qué
tal Privet Drive? Espero que bien. ¿Qué te parece venirte a la
madriguera con nosotros? Hermione vendrá mañana a la hora de comer según
me ha dicho. Si quieres podemos pasar Hermione y yo a recogerte mañana a
eso de las 5 de la tarde. Aquí, en la Madriguera estamos todos un poco
emocionados porque Bill y Fleur se casan el próximo viernes, aunque
todos estamos tristes por la muerte de Dumbledore. – a Harry se le
volvieron a retorcer las tripas— pero como el propio Dumbledore dijo, lo
que tenga que venir vendrá y tendremos que plantarle cara ¿no?.
Envíame a Pig para comunicarme tu respuesta.
Un abrazo.
Ron.”
Cuando
Harry terminó de leer y levantó la cabeza vio a sus tíos y a Dudley que
lo estaban mirando y para cuando volvió a agachar la cabeza, se dio
cuenta de que sus tíos habían visto las lágrimas que le caían por la
cara.
— ¿Te encuentras bien? –preguntó su tío—. No tienes buena cara.
Esta
vez se dio cuenta de que no tenía excusa y se decidió a contarle lo que
le ocurría. Se disponía a hablar, pero tía Petunia se adelantó:
—Harry, ¿esto tiene que ver con Albus Dumbledore?— preguntó.
Harry
se había quedado de piedra al oír ese comentario impropio de su tía,
pues ella siempre evitaba las conversaciones acerca de todo lo que
tuviera que ver con Harry y su mundo. Se dio cuenta de que tío Vernon y
Dudley los miraban con curiosidad.
— ¿Qué quieres decir?
—Quiero
decir que al leer el nombre de Dumbledore se te han empañado los ojos y
juraría que antes cuando te he preguntado, también pensabas en él, ¿o
me equivoco? —tía Petunia tenía el semblante serio y también parecía a
punto de echarse a llorar.
Como Harry seguía con la vista fija en el suelo y no parecía dispuesto a responder, su tía prosiguió:
—No
debes sentirte de ese modo, Harry —hablaba con un tono de voz
preocupado que Harry no había escuchado nunca—. Que Dumbledore haya
muerto no quiere decir que se termine el mundo. No le habría gustado
verte ahí sentado llorando, en vez de preocuparte por tus amigos ahora
que Voldemort ha vuelto.
Harry
había ido levantando la cabeza poco a poco y miraba con la boca abierta
a su tía. Le parecía raro que su tía estuviera hablando tranquilamente
con él acerca de Dumbledore, pero le sorprendió mucho que supiera que el
antiguo director de Hogwarts había muerto y que no tuviera miedo de
pronunciar el nombre de Voldemort.
— ¿Y tú como sabes todo eso? —preguntó Harry, aunque esta vez la miraba a los ojos.
—Es una larga historia —empezó tía Petunia—, no creo que sea el momento ahora.
—No importa —dijo Harry—. Te escucho.
—Sí, y nosotros también —asintieron el tío de Harry y su primo.
Tía
Petunia miró a Harry y luego dirigió la mirada hacia donde estaban
Vernon y Dudley. A continuación volvió a mirar a Harry y suspiró.
—Está
bien, te lo voy a contar, pero te ruego que no me interrumpas hasta que
haya terminado. Luego podrás preguntar lo que quieras.
—Vale —dijo Harry impaciente mirando hacía donde estaba su tía.
—Verás
Harry —empezó su tía—, todo empezó el día que cumplí once años. Un 18
de Julio por la mañana mientras desayunábamos mis padres y yo, bueno y
tu madre Lily también. Nos encontrábamos todos en la cocina cuando en
ese momento llegó el correo. Lily y yo nos turnábamos para ir a recoger
el correo y ese día me tocaba a mí. Así que me levanté, y fui al
recibidor donde estaban las cartas. Las cogí y mientras volvía a la
cocina le eché un vistazo a los sobres que tenía en la mano. Pero hubo
algo que me llamó la atención. Había un sobre grueso, con la dirección
escrita en letras de un color verde esmeralda y estaba sellado mediante
una especie de pegatina en el que se distinguían cuatro dibujos
alrededor de una enorme H. Pero lo que más me llamó la atención es que
iba dirigido a Petunia Evans, o sea, a mí. Cuando entré en la cocina, le
di las cartas a mi padre y me dispuse a abrir el extraño sobre. Nadie
se había dado cuenta de que había recibido una carta y todos se
sobresaltaron cuando oyeron un grito de sorpresa. Mi madre me preguntó
enseguida si me ocurría algo y entonces empecé a leer la carta para que
todos la pudieran oír.
“Querida señorita Evans:
Tenemos
el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio
Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros
necesarios.
Las clases comienzan el 1 de Septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de Julio.
Muy cordialmente,
Albus Dumbledore.
Director Adjunto.”
Harry que no daba crédito a sus oídos hizo ademán de decir algo pero su tía levantó la mano y prosiguió:
—Entonces
fueron mis padres los que dieron un grito de sorpresa. No se podían
creer que yo fuera una bruja de verdad, hasta que un día, alguien llamó
al timbre de mi casa. Cuando abrí la puerta, vi a un hombre alto y
delgado. Tenía la barba y el pelo tan largos que le llegaban hasta la
cintura. Llevaba una túnica larga, una capa de color púrpura que barría
el suelo y botas con tacón alto y hebillas. Sus ojos azules eran claros,
brillantes y centelleaban detrás de unas gafas de cristales de media
luna. Tenía una nariz muy larga y torcida, como si se la hubiese
fracturado alguna vez. Después de mirarnos unos instantes, me preguntó
si podía pasar y le dije que sí, aunque no podía dejar de mirar a aquel
extraño hombre. Llegamos al salón donde estaban mis padres y mi hermana
Lily y los 3 mostraron cierto asombro al ver a aquel hombre en el salón
de su casa. El hombre, se quitó la capa de viaje y la dejó sobre una
silla. Luego se sentó en el sofá y empezó a hablar.
—Buenas tardes —saludó.
—Hola —respondieron mis padres—. Disculpe, ¿quién es usted?
— ¡Ah… lo siento, no me he presentado! —se disculpó el hombre—. Mi nombre es Albus Dumbledore— dijo en tono despreocupado.
—
¿Albus Dumbledore? —pregunté yo—. ¿Usted no me envió una carta del
Colegio Hogwarts de Magia informándome de que dispongo de una plaza en
dicho colegio?
—Así es, jovencita— afirmó Dumbledore— verás, estoy aquí porque no has respondido a la carta…
—Disculpe
—le corté yo—, es que no puedo creer que sea una bruja de verdad,
además… yo no tengo lechuza y como en la carta ponía que esperaban mi
lechuza…
—No importa, ya que estoy aquí, si quieres te puedo acompañar al Callejón Diagon.
— ¿Al Callejón Diagon? —pregunté extrañada.
—Sí —respondió el mago— allí es donde los magos y brujas compran todo lo necesario para hacer magia.
Miré a mis padres y a mi hermana que me miraba con la boca abierta y asentí.
Tía
Petunia paró y aprovechó para beber agua, de modo que Harry aprovechó
para decir lo que llevaba queriendo decir desde hacia rato:
—Esto… tía, ¿recibiste una carta de Hogwarts?
—Si —respondió ella.
—Pero… —empezó Harry, aunque no terminó, pues su tía lo interrumpió—.
—Harry, por favor, espera a que termine— dijo ella mientras cogía aire para proseguir:
—Bueno,
en ese momento, Dumbledore me acompañó al Callejón Diagon y el 1 de
Septiembre empecé mi primer curso en Hogwarts. Al principio, no era muy
buena en ninguna asignatura y me daba miedo pensar en si se habrían
equivocado al enviarme la carta, pero poco a poco me fui acostumbrando,
como todo el mundo. Al final del curso volví a casa muy ilusionada
porque lo había aprobado todo. Ese verano, fue mi hermana Lily la que
recibió la carta, pues ella era un año menor que yo. Esta vez no vino
Dumbledore de modo que fui yo quien le acompañó al Callejón Diagon y
aproveché para comprarme los libros nuevos. Cuando llegó el 1 de
Septiembre volvimos a Hogwarts y todo iba bien hasta que en el mes de
Febrero ocurrió algo. Yo estaba con unas amigas cuando de pronto llegó
un chico alto y robusto seguido de algunos amigos suyos, entre ellos una
chica. Al vernos, se detuvieron frente a nosotros y empezaron a
decirnos cosas, aunque con la que más se metían era con mi amiga
Melissa. Hubo un momento en que estuve a punto de sacar mi varita mágica
y lanzarle un hechizo pero Melissa me contuvo. Entonces, la chica que
le acompañaba empezó a insultarle y a decirle unas cosas que no me
gustaron de modo que le apunté con mí varita mágica y le lancé un
hechizo. Al momento el chico intentó desarmarme pero yo fui más rápida
que él y le lancé el mismo hechizo que había utilizado con la otra
chica. De repente apareció mi hermana y empezó a gritarme que estaba
loca porque el chico al que le lancé el hechizo había caído al suelo y
tenía una brecha en la cabeza de la que salía bastante sangre. Mientras
ella se arrodillaba junto al chico y le acariciaba el cabello. Era tu
padre, Harry. Yo intenté defenderme porque no tenía la intención de
hacerle daño pero no me dio tiempo porque el director, Armando Dippet,
me ordenó que le acompañara a su despacho. Fue entonces cuando me dijo
que estaba expulsada por haber atacado a dos alumnos y al poco, llegó un
representante de Ministerio de Magia que partió mi varita en dos trozos
y los echó al fuego. Al día siguiente preparé mi equipaje y me trajeron
de vuelta a mi casa, Dumbledore se ofreció a acompañarme. Por el
camino, me dijo que había intentado convencer a Dippet de que no me
expulsara pero no había podido hacer nada por impedirlo y que si hubiera
sido por el, en ese momento yo no estaría en el tren que me llevaba a
casa, sino en clase con el resto de mis compañeros. Le dirigí una tímida
sonrisa y momentos después el tren se paró. Ambos bajamos a la estación
y nos dirigimos a mi casa. Cuando mis padres me vieron llegar fueron
corriendo a recibirme y Dumbledore les contó lo que había ocurrido.
Ellos pusieron una cara como diciendo que me lo merecía y me despedí de
Albus Dumbledore. A continuación, entré en la casa, me dirigí a mi
habitación y cerré la puerta con llave. Sentía odio, mucho odio hacia
aquel chico y su compañera. Pero me sentí furiosa al mismo tiempo con mi
hermana por haberle defendido sin razón. Ese es el motivo por el que no
me terminaba de caer bien Lily, y eso que era mi hermana. Luego mas
adelante, supe que había conocido a James Potter y que estaban saliendo
juntos. Luego se casaron y naciste tú, y al poco tiempo Voldemort los
asesinó y aunque también intentó matarte a ti, no pudo. Por ese motivo
estas aquí. Luego tu también fuiste a Hogwarts y volvías aquí todos los
veranos, y has tenido suerte de tener a Albus Dumbledore como director,
porque según creo han estado a punto de expulsarte alguna vez, ¿verdad
Harry?, pero no lo han hecho porque Dumbledore no lo ha consentido. Un
gran hombre Dumbledore…— dijo tía Petunia—, es una lástima que ya no
esté entre nosotros.
Harry no se creía que aquello pudiera ser verdad. ¿Cómo iba a ser una bruja su tía?
—Harry, se lo que estás pensando —dijo tía Petunia—, y lo creas o no, es verdad.
Harry
dirigió la vista hacia donde estaban tío Vernon y Dudley y vio que
ambos tenían la misma cara de asombro que él. Harry estaba
desconcertado, por un momento olvidó que todo eso había surgido al leer
la carta de Ron.
—Verás tía, es que no sé qué pensar —confesó Harry—. Todo este tiempo has evitado todo lo que se refiere a la magia…
—En
eso tienes razón Harry —dijo tía Petunia—, pero resulta que una bruja
sin el título indispensable de Magia y habiendo sido expulsada en su 2º
año en Hogwarts, no creo que se quiera considerar bruja, ¿no crees?
—Si —dijo Harry—, pero…
—Cuando
regresé de Hogwarts el día que me expulsaron, me juré a mi misma que no
tendría nada que ver con la magia a partir de entonces y eso incluía a
tu madre por lo que me hizo. Yo fui construyendo mi vida, me casé y tuve
un hijo y ya me estás viendo. El día que supe que tus padres habían
muerto, no lo pude soportar y menos aún tener que cuidar al hijo de mi
hermana, cuando yo no me llevaba bien con ella, porque me parecía un
insulto a su memoria. Pero cuando leí la carta que Albus Dumbledore dejó
junto a ti en la puerta de esta casa la noche en que Lily y James
Potter murieron, decidí que te cuidaría porque así lo habían dicho tus
padres en su testamento y porque Albus Dumbledore, tal como dijo el año
pasado cuando vino a buscarte, había hecho una magia muy poderosa de
forma que mientras vinieras aquí cada verano, Lord Voldemort no te
podría hacer daño y así ha sido.
Harry la miró pero no supo que decir.
—Harry,
siento que lo hayas pasado tan mal aquí pero, por suerte para ti, nunca
has permanecido mucho tiempo con nosotros desde que vas a Hogwarts,
¿no? —observó su tía mientras le sonreía.
Los personajes mencionados incluyendo el nombre de Harry Potter y los que se derivan de la historia pertenecen a J.K. Rowling.
Han sido utilizados sin fines económicos ni maliciosos.
Han sido utilizados sin fines económicos ni maliciosos.
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